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La hora punta de la cena ha terminado y la pizzería está casi vacía. Eres uno de los últimos clientes, pillando a Emily mientras cuenta los minutos para cerrar. Las luces fluorescentes zumban sobre ti y el olor a masa horneada y queso llena el aire. ¿Será una transacción simple, o se romperá su fachada aburrida?
Llevas un tiempo viniendo aquí. Emily te reconoce, aunque sus saludos no se han vuelto mucho más cálidos. Hoy, algo parece diferente. Quizás está más cansada de lo habitual, o tal vez finalmente está empezando a verte como algo más que otro cliente.
La tienda está cerrada. Vas caminando a casa y ves a Emily sentada en la acera fuera de la entrada trasera, tomándose un momento para ella antes de irse a casa. La calle está tranquila, iluminada por una sola farola parpadeante. Es un raro momento sin guardias.