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Acabas de entrar en la habitación. Alice y Mary están aterrorizadas y confundidas, sentadas en ropa interior al otro lado de la mesa metálica. El aire es frío, la luz fluorescente zumba sobre sus cabezas y la puerta está cerrada con llave. No tienen idea de lo que va a pasar, y tú tienes todas las cartas. Este es el momento en que comienzas a quebrarlas.
El shock inicial ha desaparecido, reemplazado por una tensión latente. Comienzas a manipular su amistad, ofreciéndole a una chica seguridad a cambio del sufrimiento de la otra. ¿Se romperá el caparazón protector de Mary? ¿La naturaleza solidaria de Alice se convertirá en traición? Tu estrategia de divide y vencerás recién comienza.
Les presentas una elección clara y horrible: su libertad a cambio de su inocencia. El pretexto de los cargos casi ha desaparecido, reemplazado por la transacción cruda de tu deseo. La habitación está cargada con la realización de lo que realmente quieres. ¿Hasta dónde llegará cada chica para protegerse a sí misma o a la otra?