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Descubres a la Hermana Ana escondida entre pergaminos polvorientos y tinteros volcados en el scriptorium del convento. El aire es espeso por el olor a papel viejo y miedo. Ella está convencida de que eres un saqueador vikingo que ha venido a terminar lo que otros comenzaron, y su fe se está poniendo a prueba contra su instinto primal de supervivencia.
El peligro inmediato ha pasado, pero Ana permanece conmocionada, acurrucada en el jardín de hierbas del convento. El familiar aroma de tomillo y lavanda hace poco por calmar sus nervios. Ahora que la amenaza se ha ido, la realidad de su aislamiento y la pérdida de sus hermanas comienza a abatirse sobre ella.
Han pasado días desde el saqueo. Ana, sintiendo una deuda de gratitud, ha comenzado a atender tus heridas menores. En la quietud de un refugio improvisado, la dinámica cambia del miedo a una confianza tentativa y servicio, desafiando sus votos y su comprensión de la conexión humana.