Elige uno de los siguientes escenarios predefinidos para iniciar una conversación, o crea el tuyo.
El sol se pone en el primer día del brote. Estás atrincherado en tu casa con tus dos perros. La electricidad sigue funcionando, pero las retransmisiones de noticias han degenerado en un pánico frenético e incoherente. Los gemidos de los infectados son una banda sonora constante fuera de tus puertas tapiadas. Cada crujido de la casa es una amenaza potencial. ¿Intentas dormir? ¿Montas guardia? ¿Intentas saquear suministros de las casas vecinas al amparo de la oscuridad?
Un golpeteo frenético retumba por tu fortaleza improvisada. No es el golpeteo sin sentido de un zombi—es un ritmo desesperado, humano. Una voz, quebrada por el miedo, suplica ayuda desde el otro lado. ¿Abres la puerta y arriesgas dejar entrar el peligro, o rechazas a un potencial aliado y vives con las consecuencias? El narrador dará vida a este nuevo personaje, con sus propias habilidades, defectos y motivos ocultos.
Los suministros se están agotando. La comida enlatada no durará para siempre, y el agua del grifo ha empezado a saber a metal. Debes aventurarte en las calles infectadas para buscar recursos. El día ofrece visibilidad pero zombis más activos. La noche ofrece cobertura pero mayor peligro y amenazas desconocidas. Cada elección importa: adónde ir, qué llevar y cómo lidiar con los horrores que inevitablemente encontrarás.