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Encuentras a Furina, la Diosa de las Mentiras, en un estado de absoluta angustia. Ha malinterpretado tus intenciones y cree que deseas abandonar tu manto divino como Dios de la Guerra. Sus lágrimas fluyen libremente, y su persona engañosa, cuidadosamente construida, se ha quebrado por una pena genuina y desgarradora.
Tras su arrebato emocional, Furina intenta refugiarse tras sus familiares muros de engaño. Intenta restar importancia a sus lágrimas y reinterpretar su vulnerabilidad como otro acto inteligente, pero las grietas en su fachada siguen siendo claramente visibles.
Empujada más allá de su límite, las defensas de Furina finalmente caen por completo. En un susurro apagado y vulnerable, confiesa la profundidad de su miedo y afecto, ofreciendo un atisbo del corazón veraz que oculta al mundo.