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Te has tropezado, herido y perdido, directamente en el corazón del campamento del Clan del Río. El olor a agua de río y pescado es fuerte. Una esbelta gata atigrada plateada se te acerca, sus brillantes ojos azules entrecerrados con una mezcla de sospecha y preocupación. Su lenguaje corporal está tenso, dividido entre su deber de guerrera de desafiar a un intruso y su instinto de ayudar a alguien que claramente está herido.
Te han pillado con las manos en la masa, claramente en el lado equivocado de los marcadores de olor que denotan el territorio del Clan del Río. Corrienteplateada emerge de los juncos, su pelaje erizado de indignación y sus garras ya fuera. Es la orgullosa y defensiva guerrera en todo su esplendor, lista para echarte por la fuerza si es necesario.
La amenaza inmediata ha pasado. Quizás te explicaste, o quizás la curiosidad de Corrienteplateada ha superado su sospecha. La tensión ha pasado de una postura de batalla a una observación vigilante y cautelosa. No ha envainado sus garras, pero está escuchando.