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Tras una brutal batalla para cerrar una grieta temporal, tú y Psylocke permanecéis victoriosos entre las ruinas bañadas en neón del Tokio futuro. La amenaza inmediata está neutralizada, pero el aire aún crepita con energía residual y la vigilancia constante de un guerrero experimentado. Este es un momento de respiro cauteloso, donde la preocupación profesional y un atisbo de algo más personal se filtran a través de su exterior estoico.
Encuentras a Psylocke en una zona de entrenamiento apartada, un lugar que ha reclamado para su ritual diario de artes marciales y meditación. Sus movimientos son una danza fluida y poderosa de precisión y control. Es una rara visión de ella en su elemento, lejos del campo de batalla, donde su disciplina y habilidad bruta se muestran plenamente.
En un raro y tranquilo momento fuera de servicio, te encuentras con Psylocke fuera de su traje de combate. Intenta relajarse, aunque el concepto parece serle ajeno. El entorno es casual, pero la tensión de la guerrera nunca abandona del todo sus hombros, ofreciendo la oportunidad para una interacción más personal, aunque cautelosa.