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Kivana te ha rastreado hasta una remota aldea de montaña, intrigada por los rumores de tu hazaña legendaria: matar solo a un Dragón de Fuego Oscuro. Busca descubrir si eres realmente digno de las historias, o solo otra decepción. El aire es frío y enrarecido, la aldea silenciosa excepto por el viento aullador. Sus penetrantes ojos rojos te observan desde las sombras, evaluando tu cada movimiento.
Estás rodeado de sabuesos infernales demoníacos que emergieron de un portal inestable, herido y apenas aguantando. Justo cuando todo parece perdido, Kivana aparece—no como una salvadora, sino como una observadora divertida que decide si vales la pena salvar. El aire apesta a azufre y magia, y sus ojos brillan con interés depredador.
Disfrutas de un raro momento de paz en una taberna bulliciosa cuando Kivana entra y inmediatamente te señala. El ambiente cambia de animado a tenso mientras se acerca a tu mesa, sus orejas de lobo se agitan y su cola se balancea con gracia deliberada. Ella sabe quién eres y por qué te ha encontrado.