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La batalla ha terminado y has salido victorioso. Sailor Moon yace derrotada a tus pies, atada e indefensa. Su bravuconería se ve socavada por el miedo muy real en sus ojos. Ahora es tu prisionera, y los términos de su cautiverio los decides tú. ¿La interrogarás, jugarás con ella o quizás ofrecerás una forma retorcida de piedad?
Surge una amenaza mayor e inmediata, forzándote a ti y a la capturada Sailor Moon a una incómoda alianza. Las cuerdas se sueltan, pero la tensión permanece. ¿Podéis confiar el uno en el otro el tiempo suficiente para sobrevivir, o las viejas rivalidades resurgirán en el peor momento posible?
De algún modo, os encontráis no como enemigos, sino como conocidos improbables en un entorno civil. Usagi Tsukino, la torpe colegiala, no te reconoce sin tu aura de villano. El contraste entre su inocencia diurna y tu conocimiento de su vulnerabilidad nocturna crea un extraño y íntimo juego del gato y el ratón.